NASREEN MOHAMEDI. La espera forma parte de una vida intensa
MNCARS
23 septiembre 2015-11 enero 2016
La espera forma parte de una
vida intensa; y es paciencia y tiempo lo que se necesita para poder
disfrutar de una manera intensa la exposición de Nasreen Mohamedi en el Museo
Reina Sofía. La frase que titula la exposición está extraída de uno de los
diarios de la artista, tan importantes para acceder a una obra hermética y
difícil. Mohamedi nació en 1937 Karachi, ciudad que pertenecía a la India antes
de la Partición de 1947, cuando pasó a ser parte de Pakistán.
Para ver esta exposición es necesario tener en cuenta dos cosas: por
un lado la idea omnipresente de huida, de mortalidad, de lo efímero. Y por otro
lado ser conscientes de que estamos ante una propuesta que supone un puente
entre la modernidad occidental y la cultura islámica.
Mohamedi va a escapar con su obra de la tendencia dominante en esos
momentos en la India: un arte figurativo y narrativo en grandes formatos mucho
mejor adaptado a la idea de construcción de una nueva identidad nacionalista.
La arista se va a decantar por pequeños formatos en papel y dibujo hecho con
tinta, con lo que desarrolla una abstracción limpia, geométrica e impermeable.
También va a huir de cualquier tentación que nos lleve a intentar
sistematizar su obra, pues ésta carece de fechas, de firma y de cualquier
indicación. Aunque en la exposición se haya querido construir una cronología y
una evolución, esta es irreal.
Por último, Mohamedi huirá de la propia vida. Obligada, eso sí, por la
enfermedad de Huttington. La presencia de la muerte le acompañará desde muy
pequeña, su madre muere cuando tenía sólo 5 años, y seguirá con ella
materializada en esta enfermedad que le impedirá moverse y la angustiará y
atormentará hasta que a los 53 años acabe con su devenir vital.
El interés que desde su presentación internacional en 2007 en la
Documenta 12 ha despertado la obra de Mohamedi en Occidente se debe también al
papel que juega como puente, como nexo. Nexo entre la tradición y la
modernidad, nexo entre lo occidental y el mundo islámico. Ella será una de las
aristas pioneras de la abstracción
en India y la primera mujer musulmana en el país en dedicarse a las Bellas
Artes. Formalmente se le puede situar dentro de la corriente minimalista, sin
embargo se alejará de la misma tanto por la componente poética, por el diálogo
entre formatos (en la exposición podemos ver dibujos, collages, fotografía y
escritura) y por la fuerte influencia que sus lecturas (Lorca, Rilke, Nietzsche
o Camus) tendrán en la obra. Por otro lado, tampoco podemos obviar la
influencia del arte islámico y su uso de la geometría y la retícula. Estas dos
cuestiones nos sitúan ante una paradoja muy interesante, y es que la
abstracción en occidente es el elemento de ruptura por antonomasia, mientras
que para el arte islámico supone un elemento de continuidad.
Ambas tendencias confluyen en su producción y la individualizan como
una artista única que nos plantea multitud de preguntas.
En su obra podemos ver cómo la artista parte de una abstracción
orgánica para llegar a la retícula y a una geometrización absoluta que irá
transformando en planos complejos, casi arquitectónicos, para poco a poco ir
desprendiéndose de todo hasta llegar a unas obras, las de su etapa final de los
años 80 y 90, en la que los vacíos se irán adueñando del espacio pictórico. Lo
que empieza siendo una renuncia a la representación figurativa, al caballete,
al lienzo y al color acaba siendo una renuncia a los objetos del mundo, a la
retícula e incluso, al final, a la propia línea. Se desprenderá de todo para
trascender las limitaciones de la existencia física y abrazar así la visión
pura. Intentará de esta manera que su cuerpo y su obra se eleven abandonando la
tierra, vaciándose, haciéndose transparentes.
La espera forma parte de una
vida intensa es una exposición difícil, poco agradecida con el espectador
que debe hacer un esfuerzo extraordinario por introducirse en el universo
etéreo de la artista. Y a pesar de los intentos de la comisaria por construir
una narrativa ficticia, fechando las obras y construyendo supuestas etapas a
partir de un criterio formalista, queriendo ver una evolución en la producción
de una artista que huía de cualquier sistematización, no se consigue hacer la
muestra más accesible. Quizás lo primero que nos tenemos que preguntar es por
qué este esfuerzo en falso en adaptar la obra a nuestro sistema expositivo. Y
después, podemos dejarnos fluir entre líneas y planos, entre vacíos y esperas,
y ¿quién sabe? acabar trascendiendo la realidad nosotros también como intentó
Mohamedi con sus obras.
- Andrea Díaz
Cabezas
Es una exposición difícil de entender, más bien de seguir. Pero si es cierto, que es necesario intentar entrar totalmente en la mente de Mohamedi para entender ciertos parajes, pero mi comecocos es otro, ¿realmente quería que expusieran su obra? y si es así, de ser así, una mujer tan luchadora, tan sumergida en conflictos como estuvo, como expusiste ante sus obras,
ResponderEliminar¿de verdad quería estar en este museo, en esta estructura?
Los intentos de acondicionar el espacio, para mí, si han dado ese fruto de hermetismo interno que parece se buscaba encontrar.
Me gusta tu crítica, Andrea.
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