Ignasi Aballí
por Ignasi Aballí
Ignasi Aballí
Comisario: João
Fernandes
sin
principio / sin final
Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Edificio Sabatini, Planta 3
C/ Santa Isabel,
52; Ronda de Atocha, esquina plaza del Emperador Carlos V. Madrid (Madrid)
28 de octubre de 2015
- 27 de marzo de 2016
Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) ha compaginado
durante más de veinte años la enseñanza y la producción artística, buscando
desde lo conceptual las fisuras de las teorías establecidas, hasta configurar
una obra de gran altura intelectual y una coherencia interna admirable. De
entre sus reconocimientos más relevantes, además de los muchos premios y la
participación en la 52ª Bienal de Venecia, destaca la exposición 0-24h, celebrada en el MACBA (2005) y en
el Museo Serralves de Oporto (2006) siendo todavía directores de sendas
instituciones, respectivamente, Manuel Borja-Villel y João Fernandes; no en
vano, este último, actual sub-director del Museo Reina Sofía, ha sido el
comisario de la exposición, colaborando estrechamente con el propio Aballí para diseñar un proyecto específico, incluso con obras
creadas ex profeso. El resultado de
ese esfuerzo queda recogido bajo el significativo título de sin principio / sin final, que alude,
por una parte, a lo fragmentario de una antología sobre un creador en plena
madurez, y, por otra, a la adaptación al espacio del antiguo hospital, con
hasta tres accesos (principios o finales) distintos; sintetiza en este sentido
las aportaciones de uno y otro, y lo que el visitante puede esperar de lo
artístico y lo museográfico.
Y es que la museografía, acertadísima bajo todo
punto de vista, deja de ser mero escenario para convertirse en componente
imprescindible de la experiencia estética gracias a una estructura en cuatro niveles
conceptuales que se repiten en cada sala, determinan el ritmo de la visita y
proponen nuevas re-lecturas: fotografías de la señalética de diversos museos (Please do not touch, CCTV is in use throughout the building...),
que satirizan la comunicación entre el ciudadano y la Institución como lugar de
poder y de culto; 10 blancos con
tonos distintos (blanco-nube, blanco-plata...) para los lienzos de
pared, que advierten sobre la propia infraestructura de exhibición; dípticos
con expresiones (un principio / un fin, pensar / clasificar...) a modo de hojas de sala, que replican
la misma lógica de condicionamiento de la visita; y, por supuesto, el gran corpus
de obras convencionales, que vehicula en última instancia la propuesta
comentada.
Éstas, en particular, y todas, en general, inciden
desde muchas perspectivas sobre al menos seis conceptos interpretativos clave,
que no se contienen en bloques sino que se desbordan por la exposición de
manera transversal. El más importante, y sin embargo único no explicitado en el
material didáctico, es el índice en
su doble acepción: una tiene que ver con la lista como estrategia de
pensamiento y expresión, y reuniría las páginas de libro arrancadas (prólogo,
epílogo, capítulo I, índice...), los dibujos hiperrealistas que representan
índices completos sobre teoría del arte o del color, las veinte palabras en
tipos de imprenta, las variadas denominaciones del amarillo, azul, rojo, gris,
blanco o negro y todo el trabajo con recortes de periódicos; la otra, como
indicio o señal, se deriva de los planteamientos semióticos de C. S. Peirce o
de la fotografía como huella de R. Barthes, y reuniría las páginas quemadas por
el sol, la Film Proyección de un
proyector de cine proyectando, las manos del artista después de sostener
objetos sucios o la pared con pisadas de los visitantes. Desde ahí se comprende
asimismo la relación ambivalente entre palabra
e imagen de rótulos museísticos que se convierten en imágenes mediante su
fotografía, o de obras fílmicas como Words
Without Pictures (también Pictures
Without Words, no expuesta) que mediante su subtitulado se convierten en
texto. La temporalidad diferencial entre ambas sería extrapolable al resto de
piezas, pues las hay diacrónicas, como el polvo acumulado durante casi diez
años, y sincrónicas, como la intervención sobre las ventanas del museo. Ésta, a
su vez, al indicar la posición incierta de elementos como las ondas hertzianas,
juega con el binomio invisible-visible
de la misma manera que los medidores de propiedades del aire o el espacio entre
líneas de un texto. El color, quizá
lo más evidente, funciona como hilo conductor de la exposición, y crea, a
partir del eje del pasillo central, una cierta simetría en la disposición: los
cuadros de papel-moneda con los paisajes ocultos tras la niebla, las vitrinas CMYK con los catálogos de colores... Queda,
por último, el valor de los objetos,
ya sea perdido, como en la anti-alquimia que supone recubrir de plata una pieza
de oro, ya sea recobrado, como el de los billetes fuera de circulación que, una
vez triturados y extendidos, se convierten en arte. Casi todo en Aballí, si no todo,
es meta-lenguaje, por cuanto emplea
los medios y materiales para reflexionar sobre los mismos medios y materiales, e
incluso, en sus momentos más lúcidos, haciendo coincidir significantes y
significados. Así ocurre, por ejemplo, al señalar justo el nombre del color que
inunda el fondo sobre el cual se escribe, o al hacer una lista de listas.
La selección de obra para sin principio / sin final resulta sin duda correcta, por representativa
de su trayectoria, aunque tal vez podrían haberse incorporado algunas otras,
presentes sin ir más lejos en aquella 0-24h,
para terminar de completar el discurso expositivo: los espejos tapados con Tipp-Ex,
que cerrarían la reflexión en torno al índice, o los cubos de pintura blanca
sin usar, que re-activarían los diez tonos blancos, poco explotados.
Ni siquiera el catálogo ha escapado a dicho
posicionamiento y relaciona todas las obras a escala 1:1, a la manera de los
mapas que imaginara J. L. Borges en “Del rigor en la ciencia” (curiosamente, recogido
dentro del apartado «MUSEO» de El hacedor). Siguiendo al semiólogo
Umberto Eco en El vértigo de las listas,
lo cual parece bastante apropiado en este caso, el catálogo de museo representa
un ejemplo de lista práctica; Ignasi Aballí, por su parte, mantiene sus
principios hasta el final y ofrece una ¿última? lista, artística, meta-expositiva,
configurando con su obra una nueva
obra...
Pablo Allepuz
García
Excelente. Crítica más bien descriptivo narrativa de la exposición.
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