domingo, 31 de enero de 2016

Un encuentro a destiempo



Un encuentro a destiempo.

Robert Doisneau / Laure Albin Guillot

Comisarios: Irene Antón y Julián Rodríguez

Galería Casa sin fin. C/ Doctor Fourquet, 11.  Madrid
Del 14 de noviembre de 2015 al 9 de enero de 2016.


Laure Albin Guillot (París, 1879 - Nogent-sur-Marne, 1962) fue una pionera en el ámbito de la fotografía, de las primeras -si no la primera- mujer que realiza una exposición de fotografía, y lo hace en el XX Salon International de Photographie de París en 1925. Aunque su formación inicial fue en música y dibujo, a través de su marido, un conocido investigar científico, se introduce en el mundo de la fotografía captando diferentes especímenes vistos a través del microscopio y que darían lugar a su serie Microfotografía decorativa. En la década de los treinta comienza a publicar en importantes revistas de fotografía de la época y abarca también la fotografía publicitaria y la fotografía de moda, colaborando habitualmente con la revista Vogue. Laure Albin Guillot, llegó a ser directora de los Archivos Fotográficos de Arte e Historia del futuro Ministerio de Cultura y fundadora, y directora en 1933 del precedente de la Cinémathèque Française, la entonces Cinémathèque Nationale. Fueron muchas las mujeres que en el período de entreguerras se iniciaron en la fotografía, una disciplina que les abría innumerables puertas. A lo largo de su trayectoria practicó numerosos géneros: retrato, desnudo –fue pionera en retratar hombres desnudos-, paisaje, naturalezas muertas y también fotografía documental aunque en menor medida. También su técnica se ha definido como impecable, realizando impresión al carbón Pierre Fresson. En cuanto a su estilo, desarrolla una fotografía comparada con la de los pictorialistas, comparación que no rechazaba. Una obra clasicista de estilo francés, que si bien no seguía las vanguardias, sí captaba en algunas de sus series cierta esencia de la modernidad. 

Robert Doisneau (Gentilly, 1912 – París, 1994) se forma litógrafo y tipógrafo y pronto se inicia en la fotografía de forma autodidacta leyendo las cajas de emulsión para revelar. Tras un breve paso por el Atelier Ullman comienza a trabajar con André Vigneau, quién le introduce en el mundo de la fotografía como arte. A través de él conoce  la Nueva Objetividad y la obra de Man Ray, Brassäi o André Kertész. En el año 1932 L’Excelsior publica su primera fotografía. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial Doisneau colabora con la Resistencia Francesa realizando fotografías científicas por encargo, sin dejar de retratar la ocupación y la liberación de París. Terminada la guerra es contratado por la agencia ADEP, donde trabaja con Robert Capa o Cartier Bresson reflejando la alegría y jovialidad de París tras la desgracia de la guerra,  y en 1946 se integra en la agencia de fotografía Rapho donde colaborará ya el resto de su vida. Sus fotografías se publican en importantes revistas como Life, Paris Match y colabora habitualmente con Vogue. Todo su trabajo al margen de los encargos se centra en la vida pública y la vida marginal, situando a sus personajes en el ámbito cotidiano.

Se presenta así, en esta exposición, a dos artistas dispares que desarrollan su trabajo en dos épocas diferentes –fin de la Primera Guerra Mundial, la primera; fin de la Segunda Guerra Mundial, el segundo- y en dos líneas muy diferentes. Dos artistas que durante unos minutos coincidieron en  el estudio de Laure Albin Guillot, siendo él aún un joven fotógrafo y ella una profesional de la fotografía ya consagrada. 

Como mejor se define este encuentro es como desencuentro. Michäel Houlette (director de la Maison Doisneau) apunta que, después de la Segunda Guerra Mundial,  los jóvenes de la generación de Robert Doisneau estaban ansiosos por trazar una línea que les separase de décadas de omnipotencia burguesa. Consideraban que la obra de artistas como Laure Albin Guillot se anclaba en el pasado y miraba hacia una pintura clásica, impostada y elitista de escenas sofisticadas y burguesas. Por el contrario, consideraban que ellos -esa generación de jóvenes fotógrafos-, hacían una fotografía humanista, de carácter social, retrato de la verdad de la vida cotidiana y de sus habitantes, de los barrios de París, de bares y cabarets y de sus márgenes. Y en cierta manera esto se entiende en la descripción que Doisneau hace de aquel encuentro.

Casa sin fin, en la primera sala, ilustra la trayectoria de Laure Albin Guillot con seis fotografías de la serie Au Louvre la nuit y una secuencia de cinco fotografías de un desfile de moda, confrontadas a las fotografías de Robert Doisneau de calles, mercados y bares de París y los personajes que lo habitan. En el interior otra pequeña fotografía que si bien parecería propia de Doisneau, es obra de Laure Albin Guillot. Los convencionalismos comentados se comienzan a cuestionar y es que, contrariamente a lo que pudiera parecer, Laure Albin Guillot busca en su obra una “verdad fotográfica”, la verdad cierta que transmita el objeto de la fotografía; por el contrario, Robert Doisneaus reconoció haber mentido y haber colocado a sus personajes en poses estudiadas, afirmaba “mi foto es el mundo tal y como deseo que sea”; y tal y como deseaba, lo escenificaba. ¿Dónde hay ahora más verdad? ¿Dónde se ubica la impostura?

En la galería Casa sin fin, se reproduce un encuentro entre ambos artistas que en aquella ocasión duró unos minutos y que ahora se presenta con una duración de días, meses.  Si de aquella ocasión solo tenemos testimonio de Robert Doisneau, ahora en casa sin fin se provoca al espectador para dar voz también a Laure Albin Guillot en una suerte de justicia poética.
 
Vista de la exposición Un encuentro a destiempo, galería Casa sin fin.

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