sábado, 30 de enero de 2016

Refugio en los bajos fondos de Bilbao


Exposición: Concrete

Artista: Antón Goiri

Centro: Galería Mondo, San Lucas 9

Fechas: 10 de noviembre de 2015 – 12 de diciembre de 2015

Aunque licenciado en Derecho, Antón Goiri (Bilbao, 1970) pronto se abrió camino en el mundo de la fotografía. Con dieciocho años, y animado por un compañero de estudios, comenzó su formación autodidacta con el libro “La fotografía en 15 lecciones” de John Hedgecoe bajo el brazo y con un retrete como laboratorio de revelado. Tras debutar en la fotografía artística en la Sala Rekalde de Bilbao con La ciudad dormida (1993) de la mano de Javier González de Durana y Robert Rauschenberg, su trayectoria se ha orientado a la prensa. Ahora trabaja como retratista freelance de celebridades, es autor de portadas para revistas como Rolling Stones y Vogue, y combina su labor de editor gráfico con la colaboración en agencias de publicidad. Sin embargo, su sueño con la fotografía artística aún está muy vivo, como podemos ver en Concrete, la segunda exposición que inaugura el fotógrafo, en este caso en la Galería Mondo de Madrid.

De todos los campos de la fotografía que trabaja, Goiri dice sentirse más cómodo con el paisaje pues, sólo a través de él, puede mostrarse libre y hablarnos de sus obsesiones y estado anímico. Bajo el confuso título Concrete -false friend que significa hormigón, material protagonista, por otro lado, de sus escenarios- Goiri nos introduce en las profundidades e interiores del metro de Bilbao. Dice sentirse atraído por la ambigüedad de estas construcciones industriales, con las que juega a ocultar la escala y ubicación; al mismo tiempo, elige el hormigón por tratarse de un material difícil y contradictorio, frágil a pesar de su tosquedad.


Las siete fotografías que componen la exposición nos muestran lugares vacíos, sórdidos y lúgubres que juegan con la percepción del espectador; arquitecturas de hormigón entre luces y sombras, a medio camino entre la realidad y la ficción cinematográfica de directores como David Lynch y Nicolas Winding Refn, de los que el fotógrafo se siente deudor. Goiri habla de trasladar al espectador a un espacio metafísico, a una especie de celda o refugio a través de túneles de luz y recintos subterráneos que buscan crear una sensación de claustrofobia. Como Lynch, no busca tanto que se entienda su obra, sino crear un espectáculo visual, no busca la identificación del qué sino la emotividad que puede transmitir: miedo, tranquilidad, seguridad, silencio...

Las puertas y ventanas también son un común denominador en la muestra. Puertas y ventanas que, o conducen a habitaciones de hormigón, vacías y frías, o que no conducen a ningún sitio. Una puerta que lleva a la nada es una paradoja vital, afirma Goiri en una entrevista.



Las estructuras que enmarcan las tres dimensiones de la imagen desaparecen para acercarnos a un sueño que remite a novelas y películas. Lo que vemos, pues, no pretende ser simplemente lo que es. Si lo consigue o no…es algo que ha de valorar el espectador. 

Aida Olivera Benito

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