jueves, 28 de enero de 2016

Quince minutos:

Fernando Zóbel. Circa 1959.

// espacio en Blanca
Directora: Miriam Mateu.

Es algo muy común en el expresionismo abstracto o el informalismo americano, que el espectador perciba algo de caprichoso en la ejecución de obras. Muy diferente es el caso de Fernando Zóbel, el cual explicaba en cierta ocasión que cada una de sus obras le llevaba horas y horas de planificación, tras las cuales la elaboración de la misma solo le ocupaba unos quince minutos. ¿El resultado? Obras puramente abstractas, pero completamente armónicas, serenas, cuidadas hasta el último detalle. Obras absolutamente únicas, de una abstracción sesuda y esmeradamente estética.
Sin duda las obras que la galería Cayón tiene el honor de exponer en estos momentos reúnen todas las peculiaridades de la pintura de Zóbel y a la vez muestran una tendencia concreta dentro de su evolución. Son las obras realizadas entre los últimos años de la los cincuenta y los primeros de los sesenta, y en estos momentos no encontraremos el afán de Zóbel por mostrar la naturaleza, el agua, el paisaje otoñal, que todos conocemos, sino una búsqueda exclusiva el movimiento. Un movimiento sosegado, tan sosegado como sus paisajes abstractos, realizado en negro sobre blanco, sin ayuda de los colores terrosos y verdes tomados del natural, de tanta presencia en otras de sus obras.

Para las líneas, extremadamente finas, el uso de las jeringuillas de cristal y de la tinta inyectada, difuminada después de forma rápida y certera, en un resultado que se asemeja de forma más evidente que nunca a la caligrafía oriental. De esta forma lo representado es la sensación de un movimiento fugaz, de un gesto, de la imagen abstracta que el movimiento genera en una mente, especialmente en una mente lírica como la de este artista.
Especial mención entre estas obras merece El nacimiento de Pegaso, de 1961, que no sin razón aparece en la Bienal de Venecia del año siguiente: un pedazo de materia que se desprende de su seno, un instante fugaz, en el que la sangre del monstruo mitológico se convierte en caballo alado. Es este momento dinámico el que el artista capta de forma magistral, en una sencilla composición diagonal en la que los trazos difuminados,  que parecen dotados de auras, sugieren un proceso de metamorfosis.

Junto a estas obras magistrales de Zóbel, podemos encontrar otras que nos resultan tremendamente extrañas para el estilo del pintor: Obras como Bronce I o Santa Faz II, ambas de 1959 en las que encontramos colores llamativos, metálicos, trazos incisivos y relieves, que nunca habíamos visto en la obra de este artista. Puesto que estas obras son realizadas en los últimos años de los cincuenta, tan solo dos años antes de que Zóbel se asiente en España y funde en Cuenca el museo de arte abstracto español, podemos suponer en ellas un cierto acercamiento a las obras de los principales artistas con los que el pintor se relacionaría en España y que expondrían junto a él en el museo conquense. Quizá a quien más nos remiten estas obras sea a Tapies, en cuya abstracción juegan un papel fundamental las texturas y los relieves.
Es evidente que nos encontramos ante un exhibición de visita obligatoria, que permite disfrutar de una serie de obras Zóbel muy poco conocidas, pero indiscutiblemente valiosas en su trayectoria. No podemos entender su famoso Ornitóptero, actualmente en el Museo de Arte Abstracto Español, sin habernos detenido a contemplar sus obras de esta etapa, y la galería Cayón ofrece la ocasión perfecta para hacerlo, mediante un espacio diáfano en el que las diversas pinturas de tinta inyectada rodean al espectador, permitiéndole una contemplación tan serena y pausada como las propias obras requieren. Mientras, las obras más extrañas de Zóbel, aquellas en las que podemos apreciar la influencia de los pintores abstractos españoles, aguardan al espectador en lo más profundo de la galería.
Sin duda esta exposición de Zóbel ofrece una experiencia estética singular, propia e indiscutible, que supone un punto y aparte en la historia de la pintura abstracta.

María Utrilla Julve

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.