lunes, 25 de enero de 2016

Horsky, de perturbador a cursi

Michael Horsky, Amores perros 

Galería Alegría

Noviembre 2015 Enero 2016

La galería Alegría situada en la calle Doctor Fourquet, nos ofrece la exposición que muestra unas pocas obras pictóricas del artista Michael Horsky bajo el título de Amores Perros.

Los cuadros aquí expuestos tratan de alguna manera de azorarnos mediante escenarios coloridos y representaciones enredadas y extrañamente definidas que a primera vista interfieren en el impacto receptivo del observador.

Las pinturas que reflejan en un estilo naïf situaciones zoofilicas, en la mayoría de las representaciones de alta carga onírica, podemos ver como el objeto femenino es deleitado mediante la intervención sexual por parte de lo que parecen ser perros caniche en uno de sus lienzos de mayor tamaño.

Cabe mencionar que para recibir la obra del artista checo, el asentado White cube desaparece, dando paso a unas paredes coloridas en unos tonos salmón y verde lima, que si ya bien las obras poseen ciertas características turbias y obsesivas bastante descafeinadas, son las superficies en las cuales aparecen estas variedades dispares de formatos colgados los que terminan de crear ese entorno que no puede recibir otro calificativo que no sea el de sórdido, algo que en relación con las extrañas escenas figurativas que se nos plantean de manera explicita, por otro lado, parecen no provocar todo el impacto que el artista esperaba. Leamos las señales tal y como se nos muestran.

                                       

La sexualidad y la presencia del mundo animal se intuyen de forma clara en todas sus piezas aquí expuestas, las cuales la propia galería se ha permitido el lujo de describir nombrando en una misma línea a Horsky con el mismísimo Goya, cuando por más que puedan encontrarle un mínimo parecido, este es como mucho ilusorio, para redactar un texto ni si quiera digno de la postura que afrontaría el Marques de Sade frente a tales imágenes, las cuales si hubieran sido compuestas por el propio Marques, dichas representaciones, dudo nos hubieran causado alguna carcajada, eso dependiendo obviamente del estado y la concepción mental de cada uno.

El abuso de los recursos eróticos para intimidar al visitante en una muestra de arte contemporáneo queda ya lejos de la controversia, más aún cuando se recae una y otra vez sobre lo mismo, bajo el resabido y cansino grito de ¡mirad que depravado y sensible soy!.


Así como trata de llamar nuestra atención desesperadamente, de alguna forma también trata de mostrarnos algo que denota cierto aspecto real en su pincelada, desenfadada a la par que insistente, aportando aspectos visuales que establecen un mínimo parecido a las pinturas del alemán George Grosz elevado a su versión mas cursi.

En definitiva, una muestra que se graba en nuestro cerebro por lo cómico y sobre todo por esa crudeza bastante sobada. Quizás algunos de estos trabajos realizados mediante capas y capas de pinturas y pasteles no se deberían haber detenido en su punto más esquemático, favoreciendo así la inestabilidad formal y perceptiva que generan las obras en la sala. 

                                                                                                  Daniel Rietti Perdomo

1 comentario:

  1. Si "interfieren en el impacto receptivo" interfieren en un sitio muy raro.

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