martes, 26 de enero de 2016

¿Paisaje o dibujo? Álvaro Negro / Galería F2


Álvaro Negro en “El tambor en el bosque” 
La vuelta al paisaje y al contacto con la pintura

Galería F2/ 14 de Noviembre a 9 de Enero de 2016


Para comenzar a hablar de esta exposición, debemos hablar ineludiblemente de los orígenes del artista. Álvaro nace y se cría en Galicia, donde concluye sus estudios, para después trasladarse al norte de Europa con la intención de continuar su formación como artista multidisciplinar. En cierto momento de ésta, se produce un ligero desasosiego con el dibujo, que será arrastrado en su obra hasta la llegada de las creaciones que pueblan esta exposición.

“El tambor en el bosque” presenta un eclecticismo fascinante a nivel de técnica y soporte. Según nos adentramos en el espacio nos encontramos con dos enormes obras enfrentadas, “Columna I” y “Cadro-tumba”, trasladándonos de inmediato a la sensación de estar en un centro que se refleja fuertemente en dos espejos. Una realidad pareja a otra, que nos evoca por un lado un realismo absoluto y puro, a la manera del paisaje clásico; y por otro lado, una realidad completamente abstracta. 



“Columna I”


“Cadro-tumba”


Pero, ¿de dónde viene esta idea de un paisaje reflejado que presenta vestigios de ruinas? Para encontrar la respuesta a esta pregunta, debemos rastrear la obra del artista hasta su proyecto semilla, “Naturaleza! estás soa?" realizado entre el 2009 y el 2011. Una aventura que consistió en la filmación de una serie de vistas que campaban por el interior de la Galicia más rural, la montaña de Monteagudo.

Allí, el artista entró en contacto con la obra de Rückriem, quién creó un conjunto escultórico monumental basado en el corte del bloque, al más puro estilo ancestral. Encontramos aquí un artista alemán que también sintió una enorme satisfacción por esta remota localización.

Álvaro no pasó por alto este descubrimiento, y decidió rendirle homenaje, pintando una fusión de visiones que concretaban en pequeñas partes de este conjunto escultórico. De esta manera, rendía tributo al mundo clásico desde un punto de vista actual. Construyó mediante su pintura, una perfecta escenografía teatral para las esculturas de Rückriem. 

Pero no contento con esto, decidió ofrecerle un reflejo a la manera negra del grabado, materializada en “Cadro-tumba”. Un reflejo marcado por la verticalidad que ofrecen los paisajes plagados de árboles, donde la sensación de ascensionalidad siempre está presente. Lo orgánico y el encuadre geométrico que presentaba aquel monumento escultórico antaño, también están presentes. La posibilidad de haber creado y transmitido la fuerza de la linea que solo otorga la piedra cortada en bloque, a una amazónica visión de un bosque, marcada por el desorden y en definitiva, por la fuerza de la propia naturaleza.

“Columna I” recoge la otra parte ferviente del artista. Se sirve de un lienzo de lino de 3 metros, que se nos antoja como un auténtico fotograma de película. Presenta una viveza de color como sólo un paisaje salvaje y rural puede presentar, un paisaje que permite a Álvaro regresar al origen de todo, el dibujo perdido y soñado del artista.



                                                                                                              F2. Álvaro Negro

















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