John Isaacs, “IN CONSOLUS, votes for children”
Galería Travesía cuatro.
Del 21 de noviembre de 2015 hasta el 13 de febrero de 2016.
Bajo el titulo “IN CONSOLUS, votes for children”, encontramos la que viene a ser ya la cuarta exposición individual del artista ingles afincado en Berlín John Isaacs en la galería Travesía Cuatro.
Con un rango de producción que se extiende desde el año 1991, Isaacs nos vuelve a insistir con piezas de nueva producción su profunda preocupación por el contacto generacional en forma de fronteras –emocionales, físicas y por supuesto, políticas-. Con la ingenua pero constante esperanza de lograr establecer una serie de conexiones entre la totalidad de las piezas mostradas, casi a modo de circuito, la concepción del paso del tiempo bajo un rotundo sentimiento de perdida, aunque con una ligera peste esperanzadora que parece desprender de algún modo el artista, de manera comedida.
Un molde de bronce de uno de los clásicos en el ámbito de los juguetes infantiles, el teléfono construido a partir de dos vasos y un hilo o cuerda, nos recibe en su estado inútil, colgado y aislado, aunque dorado, el elemento comunicativo que nos da la bienvenida nos muestra el carácter sagrado y vital para el creador de lo que de alguna manera, ese objeto primario que en algún momento de la vida nos ha incitado a comunicarnos. Una comunicación directa, un tú a tú, filtrado por elementos de lo mas bastos o cotidianos, que nada mas adentrarnos en el espacio expositivo nos da una pista de cuán importante es el establecer dialogo.
A continuación, una valla de contención metálica irrumpe en la sala, elemento que en primera instancia obviamos dentro de un discurso en el que las fronteras de cualquier tipo son algo fundamental, además de ser un objeto bastante recurrente en la actualidad en este tipo de discursos. Aún así en esta valla podemos encontrar algo diferente, a parte de una pronunciada curvatura que la caracteriza. El objeto permanece impasible cortándonos el paso, es esa curvatura la que nos incita a cruzarla, a adentrarnos, de alguna manera nos habla y nos da esperanzas en cuanto a ese contacto que tanto preocupa a Isaacs. En esta pieza, encontramos un periódico atravesado entre los barrotes, periódico que cambia cada día, cambiando también de alguna manera la intención de una valla prohibitiva cualquiera. Pasa a ser una valla publicitaria, comunicativa, un nexo de unión, concepto mediante el cual el artista crea un juego entre el espectador y la obra, dinamismo que siempre es de agradecer en toda muestra.
Frente a dicha barrera absurda, calificativo finamente hilado y empleado por el
británico en el conjunto de sus piezas, encontramos una luz de neón que nos
remite inmediatamente a las crudas y en cierto modo incoherentes frases de su
compañera de grupo, también perteneciente a la generación de los Young
British Artists, Tracey Emin, en la cual se lee “When you talk about love you make me feel Invisible”, línea referida al poder de la presencia mediática
equivalente a las apariciones de los representantes políticos.
Galería Travesía cuatro.
Del 21 de noviembre de 2015 hasta el 13 de febrero de 2016.
Bajo el titulo “IN CONSOLUS, votes for children”, encontramos la que viene a ser ya la cuarta exposición individual del artista ingles afincado en Berlín John Isaacs en la galería Travesía Cuatro.
Con un rango de producción que se extiende desde el año 1991, Isaacs nos vuelve a insistir con piezas de nueva producción su profunda preocupación por el contacto generacional en forma de fronteras –emocionales, físicas y por supuesto, políticas-. Con la ingenua pero constante esperanza de lograr establecer una serie de conexiones entre la totalidad de las piezas mostradas, casi a modo de circuito, la concepción del paso del tiempo bajo un rotundo sentimiento de perdida, aunque con una ligera peste esperanzadora que parece desprender de algún modo el artista, de manera comedida.
Un molde de bronce de uno de los clásicos en el ámbito de los juguetes infantiles, el teléfono construido a partir de dos vasos y un hilo o cuerda, nos recibe en su estado inútil, colgado y aislado, aunque dorado, el elemento comunicativo que nos da la bienvenida nos muestra el carácter sagrado y vital para el creador de lo que de alguna manera, ese objeto primario que en algún momento de la vida nos ha incitado a comunicarnos. Una comunicación directa, un tú a tú, filtrado por elementos de lo mas bastos o cotidianos, que nada mas adentrarnos en el espacio expositivo nos da una pista de cuán importante es el establecer dialogo.
A continuación, una valla de contención metálica irrumpe en la sala, elemento que en primera instancia obviamos dentro de un discurso en el que las fronteras de cualquier tipo son algo fundamental, además de ser un objeto bastante recurrente en la actualidad en este tipo de discursos. Aún así en esta valla podemos encontrar algo diferente, a parte de una pronunciada curvatura que la caracteriza. El objeto permanece impasible cortándonos el paso, es esa curvatura la que nos incita a cruzarla, a adentrarnos, de alguna manera nos habla y nos da esperanzas en cuanto a ese contacto que tanto preocupa a Isaacs. En esta pieza, encontramos un periódico atravesado entre los barrotes, periódico que cambia cada día, cambiando también de alguna manera la intención de una valla prohibitiva cualquiera. Pasa a ser una valla publicitaria, comunicativa, un nexo de unión, concepto mediante el cual el artista crea un juego entre el espectador y la obra, dinamismo que siempre es de agradecer en toda muestra.
John Isaacs no deja de insistir en conectar, conectarlo todo, desde distintas
generaciones o épocas, hasta los objetos que componen la muestra de una
manera muy sutil que roza lo elegante, tratando de no traicionar su obsesión y
delatarse frente a la vista del espectador.
Solo aporta pistas, como el elemento de las escaleras, siempre presente de alguna forma en sus muestras que ascienden hacia lo que plantea constantemente como el alcance de una meta que se podría cumplir, pero parece quedar en un sueño.
El aspecto desprolijo que muestra la falsa ruina creada por el artista representada como la mano que señala, el gesto acusador, es la pieza principal de la muestra, la cual simula conservarse en un cubo de cristal y en la que se refleja el tema central, reducido al simple paso del tiempo.
Nos vuelve a aportar otra pista sobre lo que nos acontece en la segunda y
última sala, en la que nos sorprende a un lado una pintura que denota palabras
tachadas, una pintura hermética que denota la corrección e imposibilidad de
comunicación, como un camino a tomar. En el centro de la sala la pieza más
grotesca de la muestra, la cual alude a ese origen del autor como uno de los
Young British Artists, que toma forma como una especie de figura divina,
mezcla de animal y ser humano, como un icono casi “chamánico”, realizado
con materiales pobres que parecen ser tuberías, desde un trance hacia lo
infantil o primitivo una vez mas, aunque en esta ocasión, en conexión con el
mismo. Teniendo en cuenta que Isaacs estudió biología, la autenticidad con la
que compone estas formas semihumanas y las propias relaciones que se
propone establecer entre los seres humanos, mas que una preocupación, trata
de convertirlo en una especie de misión, ¿ficticia hasta que punto?.
A modo de conclusión, al otro lado de la sala volvemos a encontrarnos con otra versión de ese teléfono de juguete de construcción rudimentaria que nos recibía al principio de la sala, convertido aquí en icono, aunque en esta ocasión estirado, en su estado funcional, mediante el cual, el cordel transmite las vibraciones por las cuales las ondas emitidas por lo que finalmente parece establecerse, dándonos esperanzas en lo que para el artista y todos los seres humanos es algo fundamental que nos aleja del estado natural, de lo salvaje, que en esta ocasión parece perder la pelea con uno de los aspectos que nos convierte en seres perfectamente sociales, la comunicación.
Daniel Rietti Perdomo
Solo aporta pistas, como el elemento de las escaleras, siempre presente de alguna forma en sus muestras que ascienden hacia lo que plantea constantemente como el alcance de una meta que se podría cumplir, pero parece quedar en un sueño.
El aspecto desprolijo que muestra la falsa ruina creada por el artista representada como la mano que señala, el gesto acusador, es la pieza principal de la muestra, la cual simula conservarse en un cubo de cristal y en la que se refleja el tema central, reducido al simple paso del tiempo.
A modo de conclusión, al otro lado de la sala volvemos a encontrarnos con otra versión de ese teléfono de juguete de construcción rudimentaria que nos recibía al principio de la sala, convertido aquí en icono, aunque en esta ocasión estirado, en su estado funcional, mediante el cual, el cordel transmite las vibraciones por las cuales las ondas emitidas por lo que finalmente parece establecerse, dándonos esperanzas en lo que para el artista y todos los seres humanos es algo fundamental que nos aleja del estado natural, de lo salvaje, que en esta ocasión parece perder la pelea con uno de los aspectos que nos convierte en seres perfectamente sociales, la comunicación.
Daniel Rietti Perdomo
Estilo excesivamente retórico: "ligera peste esperanzadora"
ResponderEliminar